Fermentar es escuchar
Fermentar es callar un poco para escuchar.
Porque el fermento no grita, susurra.
Habla en burbujas, en aromas que cambian,
en la leve presión del líquido que respira.
Fermentar no se enseña, se escucha.
Cada SCOBY, cada infusión, cada lote tiene su propio ritmo.
Al principio crees que lo diriges tú;
luego entiendes que solo acompañas.
Escuchar al fermento es aprender a leer señales invisibles:
una burbuja más rápida, un olor más ácido,
un sonido tenue al abrir la válvula.
Es el lenguaje del tiempo,
y solo quien se detiene lo entiende.
En Belot fermentamos con oído, no con prisa.
El laboratorio es un espacio de escucha:
temperaturas que dialogan,
bacterias que componen,
levaduras que improvisan.
Fermentar es escuchar a la vida trabajando.
A la materia transformándose sin pedir permiso.
Y cuando aprendes a escuchar eso,
también te escuchas a ti:
tu ritmo, tu paciencia, tu respiración.
Fermentar es un silencio lleno de vida.
Una música tan sutil que solo el tiempo puede afinar.