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Fermentar es respirar  

Fermentar es respirar.
Inspirar y exhalar.
El fermento también lo hace: toma oxígeno, libera dióxido,
inicia en lo aéreo y termina en el silencio del frío.

Cada burbuja que sube es una exhalación del líquido,
un suspiro del universo microbiano.
Las bacterias y levaduras respiran, se comunican,
crean equilibrio como lo hace un bosque,
donde cada organismo coopera con el otro.

Fermentar es entender que la vida necesita aire, pero también reposo.
Por eso la kombucha nace al calor del oxígeno y madura en su ausencia.
Es una respiración completa: inhalar, transformar, exhalar.

En Belot, el proceso respira con nosotros.
Cada etapa tiene su ritmo, su pulso:
del burbujeo activo de los tanques abiertos
al silencio contenido del unitanque cerrado.

Fermentar nos recuerda que lo vivo no es lineal:
crece, pausa, retoma, cambia.
Como el aire que entra y sale,
como la vida misma.

Fermentar es respirar porque la fermentación
es el aliento del planeta.
Un ciclo que nos conecta con todo lo que vive,
con lo que muere y vuelve a empezar.